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TERMAS DE TRAJANO
Marco Vipsanio Agripa fue el primer gobernante de Roma al que se le ocurrió construir un enorme Balneum en el Campo de Marte como lugar de encuentro y entretenimiento para los ciudadanos de roma. Sin embargo, a diferencia de los Balneum, que eran privados, estos baños públicos de agua caliente recibirán el nombre de Thermae, llegando a nuestros días como termas. Trajano, como buen sevillano, conocía los beneficios de un buen baño para refrescarse de los calores y relajarse al final del día, por lo que entró al trapo en la competición construyendo una autentica maravilla arquitectónica y tecnológica del mundo antiguo.
Las termas se inauguraron en la colina del Oppio en el 109, cubriendo el vacío de baños públicos que dejó el incendio de la Domus Aureadel emperador Nerón. Las Termas de Trajano fueron un auténtico despliegue de innovación arquitectónica que integraba lo último en tecnología romana de climatización y opulencia en las decoraciones y mosaicos.
En la estructura de su construcción se innovó con el desarrollo de materiales más ligeros para conseguir un hormigon igualmente resistente, pero mucho más ligero y permisivo con el calor basándose en la roca volcánica o tufo giallo. Las estructuras de madera, que sirvieron de combustible para las anteriores termas, se sustituyeron por esbeltos techos abovedados y grandes espacios interiores. El conjunto ocupaba el triple de la superficie que su antecesor con unos 111.000 metros cuadrados de lujo dedicado al culto al cuerpo.
El suministro de agua quedaba garantizado por un complejo acueducto que traía el agua de distintas fuentes del lago Bracciano situado a 40 km de Roma, y se almacenaba en unos enormes depósitos cerca del recinto de las termas con una capacidad de ocho millones de litros de agua.
Al entrar se pasaba junto a la natatio una gran piscina con la que se tenía el primer contacto visual con el agua, pero que se visitaba hasta el final. Antes se debía pasar por los apodyteria o vestidores comunes. Desde ese punto, el visitante pasaba a la palestra totalmente desnudo o untado en aceites esenciales para rendir culto al cuerpo ejercitando los músculos o participando en juegos de pelota. Momento que muchos aprovechaban para conseguir favores políticos o influencias entre la alta sociedad.
Después, el circuito termal continuaba por unas salas calentadas con un elaborado sistema en el que se combinaba la exposición de los rayos del sol a través de unos grandes ventanales dobles, y un sistema de “suelo radiante” levantado sobre una serie de columnas que se calentaba por la circulación de aire caliente bajo el suelo, las paredes y las bóvedas. Los más adinerados podían disfrutar de servicios de masaje con aceites y ungüentos perfumados e incluso depilación corporal ejecutada por esclavos
Las piscinas de agua caliente (caldolarium) y templada (tepidarium) se acondicionaban utilizando las mismas calderas subterráneas con las que se calentaba el aire que aclimataba todo el recinto.
Estas calderas calentaban un gran recipiente de bronce con forma de caparazón de tortuga invertido que entraba en contacto con la base de la bañera del caldolarium y hacía circular el agua caliente por convección hasta que toda la piscina tenía la misma temperatura. Máxima optimización de recursos, con el mismo fuego climatizaban el aire y el agua.
El circuito termal finalizaba con un baño en las cuatro piscinas de agua fría de la enorme basílica central de las Termas de Trajano. En ellas se podía compartir el baño, la conversación con el resto de usuarios de las termas, ya estaba permitida la entrada tanto de hombres como de mujeres. El recorrido terminaba en la natatio que daba la bienvenida al visitante. Esta era una piscina al aire libre con una profundidad aproximada de un metro.
Lamentablemente, el destino quiso que toda esta maravilla de la Antigua Roma sucumbiera bajo un incendio. De sus cenizas surgió un proyecto todavía mayor: las Termas del emperador Caracalla.
PUENTE DE ALCÁNTARA
Es un puente romano situado en Alicántara, sobre le rio Tajo en Extremadura, cerca de la frontera de Portugal. Se ubica en la ruta entre Augusta Emerita, actual Mérida, y Bracara Augusta, actual Braga en el norte de Portugal, en una región alejada de grandes núcleos de población pero bien considerada en la Edad Antigua por sus yacimientos metalíferos.
Morfología
El puente mide 58,2 m de altura y tiene una longitud de 194 m. Consta de seis arcos, de desigual altura, sostenidos por cinco pilares que arrancan a distintos niveles. Los soportes se distribuyeron con distanciamiento, de manera que solamente dos de ellos penetran en el agua del río, con lo cual durante el estiaje quedan preservadas de la erosión de la corriente las restantes pilas, lo que explica en parte la buena preservación de la obra. Estas dos pilas se cimentaron sobre las formaciones pizarrosas del lecho del río, como se pudo constatar al desviarse el cauce del mismo para construir la presa del embalse de Alcántara, que se encuentra a poca distancia río arriba. Los pilares son unos sólidos basamentos recubiertos de grandes sillares almohadillados, colocados a soga y tizón y con unas dimensiones consistentes de 60 × 120 cm. Se crea sí un efecto de perfecta regularidad, de la que tan solo sobresale una hilada que marca una línea horizontal en la parte baja de las pilas centrales. La planta de estas tres pilas centrales es rectangular y de ellas sobresalen, aguas arriba, unos tajamares triangulares. Los dos pilares restantes son también rectangulares, aunque con contrafuertes en ambas vertientes.
Sobre las pilas cabalgan los arcos, que son de medio punto y con distintas proporciones. En toda la altura de los tímpanos, por ambas vertientes, se prolongan en altura los contrafuertes, una continuidad que contribuye a remarcar el sentido de verticalidad de una obra de gran elevación, acentuada por la construcción del arco honorífico de 14 m de altura en mitad del puente, sobre el pilar central. Esta línea marca el eje de composición del puente. Una inscripción repetida a ambos lados del arco indica que fue construido en honor al emperador romano Trajano.
Los dos arcos centrales son los mayores, con 28,8 m y 27,4 m de luz respectivamente; los colaterales tienen 21,4 m y los arcos extremos 13,8 m. La simetría de proporciones, por tanto, no es absoluta en anchura como tampoco en altura, porque el irregular terreno al que se debió adecuar la obra ha dado distintas dimensiones a las pilas, algo que sin embargo contrasta con la regularidad del diseño y remarca la horizontalidad de su tablero.
A la entrada del puente desde Alcántara hay un templete romano hecho totalmente de piedra y con cubierta a dos vertientes. Presenta dos columnas de orden toscano en la fachada y en el interior hay restos que parecen indicar una antigua división interna en naos y pronaos. Sobre su puerta se puede leer una inscripción elaborada en los siglos XVII y XIX sobre la epigrafía original romana y que tiene el gran valor de transmitirnos el nombre del ingeniero que dirigió la construcción del puente, que dedicó también el templete, Cayo Julio Lacer. Se abre la inscripción con una dedicatoria al emperador Trajano y a continuación desarrolla un epigrama en el que vuelve a aludir al César y a los dioses Romuleos.
A través de los años
En el siglo XII los musulmanes fundaron en sus inmediaciones un pequeño poblado bautizado Al-Qantarat «El Puente». El puente debió pervivir intacto hasta el siglo XIII, cuando, con la Reconquista de los reinos cristianos hacia el sur, sufrió la primera de varias destrucciones. En 1480 se instala en Alcántara la Orden de Alcántara y bajo el mando de Juan de Zúñiga y Pimentel se realiza la reforma del puente orientando al mismo a ensalzar la romanidad de España y unirla a la monarquía de los Reyes Católicos que unía casi todo el territorio.
La primera reconstrucción se hizo bajo el gobierno del rey Carlos V en 1532. En 1707, durante la Guerra de Sucesión, Alcántara fue punto fronterizo afectado en las luchas entre España y Portugal. Cuando los portugueses se retiraron de la localidad, trataron de volar sin éxito el segundo arco de la orilla derecha y la explosión afectó a los paramentos del arco, que en parte cayeron, y a los pretiles, así como al núcleo de la fábrica, que empezó a presentar grietas en el arco honorífico. La restauración fue mandada por Carlos III en 1778.
Durante la Guerra de la Independencia, para impedir el paso de las tropas napoleónicas por Alcántara, los aliados destruyeron el segundo arco de la orilla derecha en 1809. Hasta 1818 no se subsana la ausencia de este arco con la instalación de una estructura de madera para el paso de carruajes, pero en 1836, en el transcurso de la primera guerra carlista (1833-1840), fue incendiada por las tropas isabelinas para impedir el paso de los carlistas mandados por Miguel Gómez Damas que habían invadido la provincia. El arco derribado del puente fue nuevamente reconstruido en 1860 durante el reinado de Isabel II.
Fue declarado Monumento Nacional el 13 de agosto de 1924,por lo que es Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento,y se conmemoró el 90 aniversario de este nombramiento con una cadena humana. En septiembre de 1969, para construir el embalse de Alcántara, cuya presa se encuentra 600 metros aguas arriba, se desvió el caudal del río a través de unos túneles y el cauce quedó completamente seco en varios kilómetros. Se observó entonces que una de las pilas del puente estaba descalzándose, y se procedió a su reparación.
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